Si Dios me diera
vida, aguardaría por tí mil años.
Siempre
traigo constelaciones en mi mente de viajes desconocidos.
Mis ojos te miran
a través de la más densa niebla.
Y en mis espaldas
traigo antenas rastreadoras, que te buscan donde estés.
Estoy en contacto
contigo mediante la atmósfera y así respiro tu mismo aire.
Las ondas expansivas
de mi deseo te atraen y aunque te alejes, las partículas de mi amor
te persiguen.
En tu piel dejé guardadas
las huellas de mis manos, esas que te recordarán nuestras noches de amor.
La capsula que dejaste en mi
corazón me confirma que sigues allí como el primer día que se emocionó.
Y aunque pasara
mil años y ya mi cuerpo no existiera, estaría mi alma en el infinito esperándote
en medio de la galaxia y en otros planetas donde el amor permanece para
siempre.
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